sábado, 9 de abril de 2016

BITTERGRACIAS


A ver qué conciertos hay para este sábado 2 de Abril por la noche... Second en la Riviera...18 €, no. Juan Zelada  en Arena...10€, no. ¿Y si vamos a la Costello por 5€? ¡Venga, vale! 

Allí que fuimos, con nuestros equipos fotográficos y nuestros expertos musicales a ver qué nos ofrecían dos bandas como los gallegos Dallasgracias y los andaluces Bittersweet.



Con unos minutos de retraso subieron al escenario los cinco miembros de Dallasgracias: Pol (voz y guitarra), Martín (guitarra), Nico (bajo), Sergio (batería) y Alex (teclista) quienes,  tal y como si hubieran perdido una apuesta, aparecieron con la cara llena de brillantina.

La sección femenina y parte de la masculina del blog quiere hacer notar que el cantante, a pesar del "maquillaje" está bastante potable. Después de este detalle estético nos llamó la atención lo ajustado que llevaba Nico el bajo, con la cincha sobrándole varios agujeros, para acabar tocando con el bajo a la altura del pecho, cuando lo normal es que los bajistas apuren todo el largo de la correa y rasguen hasta por debajo de la cintura.

El concierto comenzó ligero, con canciones de estructura pop como Pánico y Giga, Hojas de invernadero, en las que Martín siempre tenía un solo en el que lucirse y , a veces, la voz de Pol nos recordaba a la de La Habitación Roja. La cosa comenzó a animarse con El Chico de Australia en la que Pol, con su acento gallego, pidió (y recibió) colaboración para cantar el pegadizo estribillo: Y si no estaaaaas iremos a buscarteeeeeee. Fue curioso ver a Pol buscar la púa que se le cayó y tocar sin ella los primeros versos. Se solucionó rápido tirando de las púas de reserva.
Con púa nueva se siguió con una canción nueva llamada Paris y una versión de Más Feliz sin Televisión de Mucho. Aunque como versión no aportaba nada nuevo a la original, estuvo bien ejecutada, incluso la voz de Pol cambió un poco para parecerse a la original.
Tras la versión de Mucho dio paso una canción nueva que nos gustó bastante por su psicodelia y su riff de guitarra tan pintón. Además, rompía con la estructura de las demás canciones y daba un aire fresco al show. Nuestra capacidad de retentiva no fue lo suficiente como para quedarnos con el nombre y nuestros grafólogos son incapaces de descifrarlo en el setlist. ¡¡Decidnos cómo se llama por Tutatis!! 

La recta final del concierto fue protagonizada por canciones de su álbum La increible Historia de la Chica de Australia, como el El Vuelo Nocturno y Lluvia de Cometas para terminar con El Fin que aún no sabemos si la llamaron así para ponerla al final o si como caía al final la llamaron así.

Una actuación correcta para una banda que nos sorprendió para bien. Mejoran en directo las grabaciones que habíamos escuchado de ellos. Aunque da la impresión de que pecan de humildes. Puede que el púbico fuese mayoritariamente atraído por Bittersweet y no había el feedback suficiente entre la audiencia y los vigueses, ya que aunque en algunas fases la música pedía bailar, la gente se quedó quieteciiiita-quietecita y no detectamos ultrafanes. 





Tras abandonar entre aplausos el escenario, éste fue ocupado por los sevillanos Bittersweet quienes, a pesar de ser también cinco miembros, daban la impresión de no caber en el escenario y que alguno se llevaría un guitarrazo en la cabeza. El colapso de instrumentos también lo notamos en el sonido, tanto que no pudimos escuchar claramente la letra de las canciones hasta la tercera intentona con Luz, del segundo EP llamado Extranjeros, cuando Fran Flequillo dejó la segunda guitarra y se sentó al piano. Si somos sinceros, ahí sobraba de todo, una voz, una guitarra, un tupé… No había más que ruido. Saturación sería la palabra que definiría esta fase de la actuación de los sevillanos.


La verdad es que fue una sorpresa para nosotros: no nos convencieron del todo cuando escuchamos sus grabaciones, pero en vivo nos parecieron todavía peor. Salvando a José Ángel el batería, al teclista Rafa y en parte a Manu el bajista, lo que parecía ser el core del grupo (Alex y Fran) arruinaban bastante la actuación tanto por el sonido que emitían sus guitarras (también pudiera ser fallo técnico) como por las letras, cuando se entendían, en las que se notaba una inspiración meramente comercial y forzada al máximo. Como en la canción de Clávatelo en el pecho, justo antes de la versión de Mucho, León de tres cabezas, que disfrutamos un poco más. Será porque no era una canción propia que no había guitarras y contaban con la colaboración a la pandereta de Sergio, el batería de Dallasgracias.

Gracias al cielo terminaron el concierto con Van a pisarte y alguna similar a todas las anteriores que tocaron. En el subidón, con la locura, nos dieron la espalda a todo el público e incluso Fran se quitó la guitarra, paró de tocar luego retomó… todo un poco insane in the brain pero a lo mal. Al terminar todo el follón, Alex se bajó directamente del escenario a menear su peinado y saludar a las grupies. Todo muy de teatrillo. 

Así fue Bittersweet, oyentes calientes, bastante desastre, ya sea por la acústica técnica o por el descontrol instrumental, que nos mandaron a casa con todo el acúfeno en los oídos. Por lo menos nos sirvió para aclarar el significado de su nombre, por su gran habilidad de dejar un sabor agridulce.



P. D. Recordamos que Bittersweet son de Sevilla, no vayáis a buscarlos en Spotify y os salga que son de Kuala Lumpur, que ya nos ha pasado en la redacción.



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